Ríos sagrados que simbolizaban el camino al más allá a lo largo del mundo

Ríos sagrados que simbolizaban el camino al más allá a lo largo del mundo

A lo largo de la historia, distintas culturas del mundo coincidieron en un mismo símbolo: el río como frontera entre la vida y la muerte.

Desde el Estigia griego hasta el Sanzu japonés, estos cursos de agua reflejan el tránsito espiritual, la purificación del alma y la conexión eterna entre lo terrenal y lo divino.

Descubre tres Cascos Históricos Reading Ríos sagrados que simbolizaban el camino al más allá a lo largo del mundo 5 minutes Next Hombreras medievales: Historia y evolución del caballero

A pesar de la distancia geográfica distintas civilizaciones compartieron la idea de los ríos como umbrales entre la vida y la muerte.

Estos cursos de agua, a veces existentes, a veces parte de la propia mitología, representan la transición, la renovación y la protección espiritual.

Río Estigia y Río Aqueronte, Grecia (siglos V–IV a.C.)

Este río representaba la frontera entre el mundo de los vivos y el reino de los muertos. Se asocia con un río Mavroneri del Peloponeso, cuyas aguas frías y calcáreas, se dice, dieron origen al mito.
Según la mitología, las almas debían ser transportadas por Caronte, el barquero del inframundo, quien cobraba una moneda por cada viaje.
La travesía simbolizaba la separación definitiva de la vida terrenal y la entrada al mundo de Hades.

El río Aqueronte desempeñaba un papel similar al Estigia. Este río está ubicado en el noroeste de Grecia, cerca de Épiro, y en la antigüedad se creía que desembocaba en el inframundo.
Las almas eran llevadas por un barquero, a través de un curso de agua que marcaba la separación entre la vida y el inframundo.

 

Río Duat, Egipto (3100–30 a.C.)

Este río se consideraba el trayecto que el sol y las almas debían recorrer cada noche hacia el mundo de los muertos.
El barco solar transportaba a Ra y a los difuntos a través de un inframundo lleno de peligros y guardianes, por ello los rituales funerarios egipcios incluían representaciones de barcas en las tumbas, y amuletos para proteger al difunto durante el tránsito por el Duat.
El río se convirtió en un símbolo de renovación, muerte y resurrección, mostrando la importancia de los elementos acuáticos en la cosmovisión egipcia.

Río Apanohuacalhuia, Azteca (siglos XIV–XVI d.C.)

El destino final de las almas tras la muerte según la creencia Azteca es Mictlán.
Para llegar a él, los difuntos debían superar nueve niveles, siendo el primero el cruce del río Apanohuacalhuia (“lugar donde se cruza el agua”, en náhuatl).
Este río, profundo y peligroso, representaba el límite entre el mundo de los vivos y el de los muertos.
El alma solo podía atravesarlo con la ayuda de un xoloitzcuintle, un perro sagrado, que servía de guía y protector espiritual, por ello, si el difunto había maltratado perros en vida, ninguno lo ayudaba, quedando atrapado en la orilla para siempre.

 

Ríos del inframundo Maya (siglos IV–XVI d.C.)

Xibalbá, el inframundo maya, es un reino subterráneo gobernado por los Señores de la Muerte, como Hun Camé y Vucub Camé.
Según el Popol Vuh, los héroes gemelos Hunahpú e Ixbalanqué debieron cruzar varios ríos para llegar ante ellos. Entre estos destacaban el río de sangre (k’ich’ ich ha’) y el río de pus (k’ich’ saq ha’).
Estas corrientes simbolizaban el dolor, la purificación y la transformación espiritual que toda alma debía experimentar en su tránsito hacia el inframundo.

 

Ríos espirituales y portales del alma, Tíbet (siglos VII–XV d. C.)

En el Tíbet y en regiones del budismo vajrayāna se creía que ríos y lagos eran portales simbólicos que el alma debía atravesar durante su tránsito por el bardo, el estado intermedio entre la muerte y el renacimiento.
Según los textos del Bardo Thödol (Libro tibetano de los muertos), el alma podía encontrarse con corrientes luminosas o turbias que representaban sus propias acciones kármicas.
Figuras guardianas y psicopompos —como deidades protectoras o bodhisattvas— acompañaban al difunto para guiarlo a través de estas aguas espirituales hacia una nueva existencia o hacia la liberación final (nirvana).

Ríos del inframundo, China (202 a.C.–220 d. C.)

En la antigüedad, desde la dinastía Han se creía que el alma del difunto debía cruzar ríos del inframundo para alcanzar el reino espiritual.
Entre los más mencionados en textos funerarios está el río del Más Allá (Huangquan), que simbolizaba el paso entre el mundo de los vivos y el de los muertos.
Los rituales funerarios incluían la construcción de canales simbólicos, barcas miniatura y la colocación de amuletos o monedas para asegurar el tránsito seguro del espíritu.

 

Río Sanzu, Japón (siglos VIII–XVI d.C.)

En la tradición budista japonesa, el alma del difunto debía cruzar el río Sanzu.
Existía también un peaje simbólico que pagar al llegar a sus orillas, por eso la costumbre de poner monedas en el ataúd.
Se decía que existían tres formas de atravesarlo: por un puente, por aguas poco profundas, o por un torrente violento, dependiendo de las acciones del individuo en vida. Quienes habían llevado una vida justa cruzaban fácilmente por el puente, mientras que las almas cargadas de faltas debían vadear o ser arrastradas por las aguas turbulentas.

 

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