A lo largo de la historia de las Cruzadas, las órdenes militares religiosas desempeñaron un papel fundamental en la expansión y defensa de los dominios cristianos en Tierra Santa y otras regiones fronterizas de Europa.
Entre las más destacadas se encuentran la Orden del Temple, la Orden Hospitalaria (más tarde conocida como los Caballeros de Malta) y la Orden Teutónica.
Aunque compartían un propósito general, defender la fe cristiana, proteger a los peregrinos y combatir a los enemigos del cristianismo, sus relaciones no siempre fueron armoniosas, y a continuación, os contamos un poco sobre ellas.

Colaboraciones en Tierra Santa
Durante los siglos XII y XIII, las tres órdenes coexistieron y colaboraron activamente en los Estados cruzados de Oriente Medio.
Los templarios, hospitalarios y teutónicos participaron juntos en múltiples campañas militares, incluyendo el sitio de Acre (1189–1191) y otras batallas importantes durante la Tercera y Cuarta Cruzada.
Estas colaboraciones eran motivadas por un objetivo común: mantener el control cristiano sobre Tierra Santa frente al avance musulmán.
Además de los combates, las órdenes compartían responsabilidades logísticas y de defensa territorial.
Cada una mantenía fortalezas, rutas de peregrinación y hospitales, a menudo en coordinación con las otras.
Los castillos medievales de los Hospitalarios y Templarios, como Krak des Chevaliers y la fortaleza de Gaza, eran parte de una red de defensa conjunta.
La cooperación también se extendía a la diplomacia, cuando era necesario negociar treguas o alianzas.

Tensiones y rivalidades internas
Sin embargo, el equilibrio entre las órdenes era frágil. Las rivalidades surgieron por diversas razones, incluyendo disputas territoriales, influencia política en los reinos cruzados y diferencias en la administración de recursos.
Estas fricciones eran especialmente visibles en lugares como el Reino de Jerusalén, donde las órdenes a menudo competían por el favor del rey o por derechos sobre fortalezas y donaciones.
Uno de los casos más conocidos de tensión ocurrió en el siglo XIII, cuando los Hospitalarios y los Templarios apoyaron facciones opuestas dentro del reino de Acre.
Mientras los Templarios respaldaban a la nobleza francesa, los Hospitalarios se alineaban con los intereses de la corona inglesa y otras facciones locales.
Aunque no se llegó a un conflicto abierto, las tensiones políticas debilitaron la unidad cristiana frente al enemigo común.

Relaciones con la Orden Teutónica
La Orden Teutónica, aunque inicialmente establecida en Tierra Santa siguiendo el modelo templario y hospitalario, pronto dirigió su atención hacia Europa del Este. Allí, desarrolló una misión distinta: la conversión forzada de pueblos bálticos al cristianismo mediante campañas militares.
Esta diferencia geográfica y estratégica redujo los puntos de contacto con Templarios y Hospitalarios. No obstante, existieron lazos diplomáticos y ocasionalmente, colaboración militar indirecta.
En varias ocasiones, caballeros hospitalarios prestaron apoyo a campañas de la Orden Teutónica en Prusia o Livonia.
También se documentan contactos en las cortes europeas, donde las tres órdenes defendían sus intereses y buscaban donaciones.

Competencia por poder y recursos
Todas las órdenes estaban sujetas directamente al Papa, lo que les otorgaba una autonomía considerable frente a los reinos seculares. Esta independencia generó celos y rivalidades, ya no solo entre las órdenes y los monarcas, sino también entre ellas.
Las disputas por tierras, fortalezas, rutas comerciales o el control de donaciones legadas por nobles europeos eran frecuentes.
Además, cada orden tenía su propia estructura interna, maestres y redes de encomiendas, lo que a veces causaba fricciones en la coordinación de esfuerzos comunes.
Las diferencias culturales también jugaban un papel: los templarios eran de fuerte raíz francesa, los hospitalarios más cosmopolitas, y los teutónicos, germánicos en su mayoría.
Si bien las órdenes del Temple, del Hospital y Teutónica compartieron objetivos comunes y, en muchos casos, colaboraron eficazmente, también compitieron por poder, influencia y recursos.
Estas rivalidades, aunque no derivaron en guerras entre ellas, contribuyeron en ocasiones a la desunión del mundo cruzado.
A pesar de ello, su legado conjunto forma parte fundamental del imaginario medieval y de la historia de las cruzadas cristianas en Europa y Oriente Medio.







