Los escudos templarios, más allá de ser simples herramientas defensivas, fueron emblemas cargados de un profundo simbolismo religioso y militar.
Empleados por los miembros de la Orden del Temple durante las Cruzadas (siglos XII y XIII), estos escudos no solo protegían al caballero en combate, sino que también comunicaban su misión divina.
Reconocibles por su característica cruz roja sobre fondo blanco, los escudos templarios se convirtieron en una imagen poderosa de la cristiandad militante medieval.
Este artículo explora la historia de estos escudos, su evolución, los distintos tipos que existieron y su presencia actual en colecciones y museos históricas.
Desde Tierra Santa hasta Europa occidental, los escudos templarios han dejado una huella imborrable en la historia de la bélica medieval.

Origen y evolución de los escudos templarios
La Orden del Temple fue fundada en 1119, con el objetivo inicial de proteger a los peregrinos cristianos que viajaban a Jerusalén, y rápidamente, se convirtió en una de las órdenes militares más poderosas y reconocidas de la Edad Media.
En este contexto, el escudo era parte esencial del equipo templario, tanto en el combate como en lo simbólico.
Los primeros escudos utilizados por los templarios eran de tipo cometa o lágrima invertida, herencia de los diseños normandos del siglo XI.
Con el tiempo, estos evolucionaron hacia formas más rectangulares o en punta, conocidos como escudos en forma de "almendra", para adaptarse a nuevas técnicas de combate y mejorar la maniobrabilidad.
Su tamaño permitía proteger buena parte del cuerpo en formación cerrada, especialmente durante las cargas montadas.
El color blanco del escudo representaba la pureza espiritual de la Orden, mientras que la cruz roja era símbolo del martirio y la entrega a Cristo.
Este diseño fue autorizado por el papa Eugenio III en 1147, durante la Segunda Cruzada, consolidando el emblema templario tal como lo conocemos hoy.
Tipos y usos del escudo templario
Aunque el diseño general del escudo templario era uniforme en cuanto a simbología, existieron variaciones según el rango del portador, la campaña y la época.
Se pueden distinguir así varios tipos:
- Escudo normando o cometa: largo, estrecho y curvado, predominó en el siglo XII. Ofrecía gran cobertura en combate a caballo.
- Escudo de almendra (kite shield): más corto y maniobrable, fue utilizado en la transición hacia el siglo XIII.
- Escudo de heater o escudo plano: aparece hacia el final de las Cruzadas, más compacto, favorecía el combate cuerpo a cuerpo en tierra.
En batalla, el escudo templario no solo servía para repeler ataques, sino también como elemento de reconocimiento en el campo.
Las tropas podían identificar fácilmente a los miembros de su orden mediante el escudo, lo que ayudaba a mantener la formación y la disciplina.
Asimismo, el escudo servía de estandarte personal cuando el caballero no podía portar una bandera.
Además del uso bélico, los escudos aparecían en ceremonias religiosas, actos de investidura y entierros, colocándose junto al cuerpo del caballero fallecido como símbolo de su fe y su causa.

Presencia en museos y hallazgos históricos
A diferencia de las espadas y armaduras, los escudos medievales han llegado en menor número hasta nuestros días debido a que estaban hechos en su mayor parte de madera forrada en cuero o tela, materiales perecederos. Sin embargo, existen piezas auténticas o reconstrucciones basadas en fuentes iconográficas y manuscritos de la época.
Algunos de estos se encuentran en:
- Templar Castle de Ponferrada (España): museo con recreaciones de armamento templario y una colección de escudos basada en modelos históricos.
- British Museum y Museo Arqueológico Nacional (Madrid): aunque no exhiben escudos templarios originales completos, presentan iconografía y arte medieval que representa escudos de la Orden.
También se conservan relieves en piedra, vitrales e ilustraciones medievales que muestran fielmente el diseño del escudo templario, ayudando a reconstruir su aspecto y función.
Legado simbólico
El escudo templario fue mucho más que un instrumento defensivo: representó la fusión entre la guerra y la espiritualidad en la Edad Media.
Desde su diseño simbólico hasta su uso en combate y ritual, este escudo encarna la esencia misma del caballero cruzado.
Su evolución acompañó a la propia historia de la Orden del Temple y aún hoy se reconoce como uno de los íconos más poderosos de las Cruzadas.
Aunque pocas piezas auténticas han sobrevivido, su legado sigue vivo en museos, literatura y cultura popular, recordándonos el ideal —y el conflicto— que impulsó a miles de hombres a empuñar la espada por la cruz.