Historia, evolución, legislación y excelencia artesanal
Las navajas españolas tienen una historia tan afilada como sus hojas. Desde herramientas populares hasta símbolos culturales, su evolución ha estado ligada a la vida cotidiana, las restricciones legales y la excelencia artesanal.
Este artículo recorre su historia, desde la Edad Moderna hasta hoy, sus materiales, formas, épocas de prohibición y modelos emblemáticos que aún son referencia mundial en funcionalidad y diseño.

Orígenes y auge de la navaja en España
Aunque las navajas plegables ya existían en el mundo romano y en otras culturas antiguas, en España alcanzaron una identidad propia durante los siglos XVI y XVII.
Concretamente, en el siglo XVI, bajo los reinados de Carlos I y Felipe II, comenzaron a implantarse normativas que prohibían el porte de espadas y armas largas a los ciudadanos comunes, permitiéndolas sólo a la nobleza. Este contexto marcó el nacimiento de una herramienta y arma que podía llevarse discretamente: la navaja.
Las primeras navajas españolas se usaban tanto en el trabajo diario como en defensa personal. Su practicidad, portabilidad y capacidad de ocultación les dieron un papel destacado en una época donde el uso de armas estaba limitado por ley.
La gran prohibición del siglo XVIII
En el siglo XVIII, concretamente con la Real Pragmática de 1750 y otras órdenes posteriores durante el reinado de Fernando VI, se prohibió expresamente el uso y porte de navajas, puñales y otras armas blancas consideradas peligrosas.
Esta legislación se mantuvo con fuerza por décadas, incluso durante parte del siglo XIX, como parte de las políticas de orden público que buscaban controlar los altercados callejeros y duelos ilegales.
A pesar de la prohibición, las navajas siguieron fabricándose y usándose clandestinamente. Muchas veces su diseño se camuflaba como herramienta agrícola para eludir las restricciones.
No fue hasta el siglo XIX cuando se comenzó a relajar el control y, hacia finales de este y comienzos del siglo XX, la fabricación y comercialización de navajas ya era tolerada en muchas regiones, especialmente como productos artesanales.

Albacete: el corazón de la navaja española
Entre los siglos XVII y XIX, Albacete se consolidó como el gran centro cuchillero de España. La navaja de allí se convirtió en un ícono, reconocible por su hoja curva, su sistema de muelle y sus mangos ornamentados. Durante el siglo XIX, la ciudad vivió un auge comercial notable gracias a los "cuchilleros", vendedores ambulantes que ofrecían navajas por las calles de media España.
Materiales: del hierro forjado al acero inoxidable
Las primeras navajas españolas se fabricaban con hierro forjado, posteriormente mejorado con acero al carbono, lo que otorgaba mayor dureza al filo, pero exigía más mantenimiento.
Hoy, muchas piezas se hacen en acero inoxidable templado o aceros especiales como el Sandvik 12C27 o MoVa, que ofrecen resistencia a la corrosión y filo duradero.
Los mangos antiguos se elaboraban con asta de toro, cuerno, madera noble, hueso o incluso nácar. En piezas de lujo se incluían decoraciones en plata, cobre o incrustaciones.
Hoy en día, los mangos modernos pueden incluir micarta, G10, aluminio anodizado, polímeros o maderas tratadas, manteniendo la funcionalidad y estética según el uso previsto.

De símbolo tradicional a objeto de colección
En la actualidad, la navaja española se aprecia tanto por su funcionalidad como por su valor artístico: siguen elaborándose piezas artesanales con técnicas heredadas de siglos pasados.
Algunas navajas se consideran auténticas joyas de la artesanía y se exportan como objetos de colección o regalos de prestigio.
Así, lo que en un tiempo fue una respuesta discreta a la prohibición de portar armas, se ha convertido en un símbolo cultural español que combina historia, arte, utilidad y evolución tecnológica.
¿Qué más les deparará el futuro a estas navajas? ¿Os lo imagináis?