La muerte, ese enigma que ha fascinado a la humanidad desde tiempos inmemoriales, ha dado lugar a una serie de rituales y creencias que buscan honrar la memoria de los que han partido.
Entre ellos, podemos mencionar los cortejos fúnebres, diversos rituales y los velatorios, que se alzan como una de las manifestaciones más significativas y conmovedoras del duelo colectivo, pero ¿de dónde surgen estos?
¿Cuál es el origen de estas ceremonias, tanto desde una perspectiva histórica y real como desde las leyendas que han florecido en diferentes culturas del mundo?
Aprovechando Octubre, os invito a acompañarme en este viaje hacia lo desconocido, donde la vida y la muerte entrelazan sus caminos en un baile de respeto y misterio, conociendo las diferentes perspectivas de algunas tradiciones cuyos orígenes e historia pocas veces son cuestionados.

¿Por qué se Vela a los Muertos?
Tradición y Misticismo
El acto de velar a los muertos tiene un significado profundo en muchas culturas.
Históricamente, se cree que esta práctica surgió como una forma de proteger al difunto de posibles espíritus malignos que pudieran intentar apoderarse de su alma.
Tal es el caso de la tradición china, por ejemplo, dónde los espíritus de los difuntos se consideraban vulnerables justo después de la muerte. Se creía que durante ese período podían ser perturbados por espíritus malignos, demonios o incluso fantasmas de personas con rencor, que buscaban alterar su tránsito al más allá o apoderarse de su alma. Por eso, la vigilia servía como protección y los familiares debían mantenerse despiertos junto al cuerpo durante la noche, con incienso, oraciones y ofrendas, asegurando que el alma del difunto estuviera acompañada, segura y pudiera llegar en paz a su destino.
Si no se velaba al difunto o los familiares se dormían, según la creencia, su espíritu podía quedar atrapado entre los vivos, perderse, ser atacado por entidades malévolas o tener dificultades para pasar al otro mundo, lo que podía causar desgracias o mala fortuna a los vivos también.
En diversas tradiciones, se considera que el alma permanece entre los vivos durante un periodo después de la muerte, y el velorio se convierte en un espacio sagrado donde se respeta esa transición.
Desde las vigilias en el mundo cristiano, donde se lleva a cabo la oración y la reflexión en torno al difunto, hasta las tradiciones africanas que involucran música y danza, el velar a los muertos se ha convertido en un acto de amor y respeto que une a la comunidad.
Sin embargo, la costumbre de velar que llegó a nuestros tiempos se considera más arraigada al surgimiento de esta tradición como medida de precaución durante la Edad Media, donde la catatonia, catalepsia y otros estados médicos podían llevar a que muchas personas fueran erróneamente consideradas muertas y, por ello, enterradas vivas.
Durante el velorio, se daba tiempo y oportunidad al “muerto” de despertar, asegurando que la persona realmente hubiera fallecido antes del entierro. Esta práctica añadió un matiz de cuidado y respeto adicional a la tradición de velar a los difuntos.

Los orígenes de los Cortejos Fúnebre
Su origen se remonta a civilizaciones antiguas, donde acompañar al difunto en su tránsito era un acto sagrado y comunitario.
En Egipto, por ejemplo, los rituales funerarios eran sagrados.
Los antiguos egipcios creían en una vida después de la muerte y, por ello, realizaban elaboradas ceremonias para asegurar la transición del alma hacia el más allá.
El cortejo se iniciaba en la morada del difunto, donde se colocaba el cuerpo en un sarcófago, y se acompañaba de un desfile que incluía a familiares, sacerdotes y músicos, todos vestidos de luto y en un ambiente de solemnidad.
Mientras los cortejos funerarios de los celtas eran rituales íntimos y simbólicos, realizados en lugares sagrados como colinas, ríos o bosques, donde el acompañamiento humano servía para proteger al alma de influencias externas y asegurar su tránsito seguro. Se creía que las almas podían ser guiadas por hadas hacia el otro mundo si los rituales se realizaban correctamente; de no ser así, los espíritus podían quedar atrapados entre ambos mundos.
Con el paso de los siglos, la idea de rendir homenaje a los muertos se extendió por el mundo. En la antigua Grecia, el cortejo fúnebre era un acto comunitario que servía para honrar a los héroes caídos, mientras que en el Imperio Romano, la figura del "funebris" era central en estos rituales, donde se llevaban a cabo procesiones que culminaban en la incineración o enterramiento del difunto.
Al mismo tiempo, los cortejos funerarios también se convirtieron en una práctica característica de la Iglesia Católica que estructuró rituales específicos de acompañamiento del difunto, con bendiciones, rezos y procesiones solemnes hacia el lugar de reposo del difunto.
A través de estas prácticas, la humanidad ha buscado no solo rendir tributo a los que han partido, sino también encontrar el consuelo de quienes quedan atrás.
En cada rincón del planeta, estas ceremonias funerarias reflejan la necesidad humana de rendir homenaje y mantener viva la memoria de quienes han formado parte de nuestras vidas, y aunque no se pueda decir con exactitud si hay una conexión directa en la forma en que se lleva a cabo en cada lugar, es un hecho que cada región y cada época ha llegado a vivir de forma similar y a su propia manera este momento de despedida y transición...
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