Las faleras romanas fueron ornamentos metálicos circulares usados como insignias honoríficas dentro del ejército imperial. Entregadas a soldados por actos excepcionales en batalla, estas piezas simbolizaban prestigio, valor y lealtad.
Originarias de influencias etruscas y griegas, se popularizaron entre los siglos I a.C. y II d.C., y se sujetaban al pecho mediante arneses o cinturones.
Fabricadas en bronce, plata, latón o con incrustaciones de oro, lucían motivos mitológicos, deidades y símbolos imperiales con claros fines propagandísticos y simbólicos.

La falera de caballo y el culto ecuestre
Uno de los tipos más notables es la falera romana ecuestre, también conocida como falera de caballo, colocada sobre el arnés del caballo como elemento distintivo.
Estas faleras no eran simples adornos; cumplían una función simbólica crucial en ceremonias y desfiles, muy especialmente en la caballería auxiliar y en las unidades de élite.
La representación de caballos galopantes, jinetes armados o dioses como Neptuno evocaba velocidad, fuerza y control.
Ejemplares excepcionales han sido hallados en regiones fronterizas del Imperio, como en Germania y Panonia, y actualmente se conservan en instituciones como el Römisch-Germanisches Museum de Colonia y el Museo de Arqueología de Budapest.

La falera de Alejandro Magno: poder helenístico en el pecho romano
Un hallazgo singular dentro del repertorio iconográfico romano es la falera con el retrato de Alejandro Magno, descubierta en la provincia de Dacia.
Esta pieza, de bronce dorado, representa al conquistador macedonio con sus característicos rizos ondulados que evocan una melena de león y mirada alzada, aludiendo a su divinización post mortem.
Su inclusión en el equipo militar romano revela la profunda admiración que Roma sentía por el legado helenístico y cómo figuras externas al mundo latino podían ser reinterpretadas como símbolos de gloria y ambición imperial.
Esta falera forma parte de la colección del Museo Nacional de Historia de Rumanía en Bucarest.

La Gorgona Medusa: protección apotropaica
Otro motivo recurrente y fascinante en las faleras romanas es el de la Gorgona Medusa.
Su rostro, enmarcado por serpientes, no solo provocaba temor a los enemigos, sino que tenía la función de proteger al portador del mal.
La imagen de Medusa, inspirada en la mitología griega, fue adoptada ampliamente en arte militar romano y escudos ceremoniales.
Faleras con esta representación se han encontrado en contextos funerarios y campamentos, evidenciando su uso tanto en vida como en la memoria póstuma del soldado.
Varias de estas piezas están hoy en exposición en el British Museum y el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.

Significado y legado
Las faleras no se concedían de forma arbitraria. Su concesión requería actos excepcionales de valentía, y su uso público reforzaba la disciplina y jerarquía del ejército romano.
También podían ser heredadas, enterradas con su dueño o dedicadas en templos, lo que acrecentaba su valor simbólico.
Al igual que las phalerae equestris, phalerae militaris, o aquellas con figuras como Medusa, Alejandro o caballos, cada una representaba un vínculo entre lo terrenal y lo divino.
Hoy día, estas joyas de la orfebrería militar romana nos hablan de un mundo donde el honor era visible, tangible y merecido.
Cada falera que ha llegado hasta nosotros —ya sea hallada en excavaciones o conservada en museos— constituye un testimonio del orden, la devoción y la estética que definieron la maquinaria imperial romana y su legado cultural.