En 1337, un religioso fue asesinado frente a una iglesia en Londres. Siete siglos después, un profesor de criminología de la Universidad de Cambridge afirma haber descubierto el motivo real.
Este intrigante caso se suma a su base de datos sobre homicidios medievales, pero destaca por su mezcla de espionaje, adulterio, venganza y muerte pública. Lo que comenzó como un acto brutal se revela como una trama de poder entre la Iglesia y la nobleza.

El crimen en plena calle de Londres medieval
Era la tarde del 4 de mayo de 1337, en una de las arterias más concurridas de Londres: la calle Westcheap, rodeada de mercados, tabernas y el trasiego constante de ciudadanos.
Un sacerdote, John Forde, salió de la catedral para caer en una emboscada. Un hombre le cortó la garganta con un anelace (daga larga medieval) y otros dos le apuñalaron el abdomen con cuchillos largos.
Fue un homicidio rápido, público y aterrador, digno de una serie de conspiraciones.
De religioso a víctima de venganza planificada
Los investigadores medievales modernos han rastreado cartas y registros eclesiásticos que revelan al autor del encargo: una noble acaudalada llamada Ela FitzPayne.
Su marido había designado al sacerdote para la parroquia de su feudo en Dorset, y la mujer mantuvo una relación amorosa con Forde.
Cuando la Iglesia la obligó a una penitencia pública, su ira se transformó en una venganza cuidadosamente programada.

Espionaje, adulterio y justicia medieval
La carta del arzobispo Simon Mepham, fechada en 1332, acusa a FitzPayne de varios romances, incluido con Forde.
Su penitencia: recorrer descalza la catedral de Salisbury cada otoño durante siete años.
Ese acto de humillación social derivó en resentimiento profundo. FitzPayne, su hermano y antiguos sirvientes, esperaron cuatro años hasta ejecutar su venganza en 1337.
Sólo uno de los cómplices fue acusado cinco años después; el resto nunca se sentó ante la justicia.
La caza del móvil: venganza aristocrática
Para los criminólogos del proyecto «Mapas de Asesinatos Medievales» de la Universidad de Cambridge, este caso representa un paradigma: un crimen de élite, organizado, con participación de la nobleza, sirvientas y moral eclesiástica como telón de fondo.
La víctima, un hombre de Dios, se vio atrapado entre dos poderes: la administración religiosa y la aristocracia feudal.
La llave del caso: la combinación de adulterio, humillación social, poder político y armas blancas.

Significado histórico del crimen y su resolución moderna
Este asesinato expone varios aspectos de la justicia medieval: la protección de la nobleza, la lentitud del proceso penal, el peso de la moral eclesiástica y la desigualdad entre clases sociales.
Además, muestra cómo lo que parecía un homicidio arbitrario era en realidad una ejecución programada por venganza aristocrática.
Hoy en día, su resolución permite entender mejor la interacción entre la Iglesia medieval, la nobleza feudal, los móviles ocultos y el crimen.
Reflexión: del siglo XIV al siglo XXI
Cuando un criminólogo actual resuelve un asesinato de hace 700 años, no solo está descifrando un pasado remoto, sino iluminando las dinámicas de poder, violencia y moral que todavía tienen eco en la sociedad contemporánea.
El crimen es tan antiguo como el propio sistema feudal, pero su estudio moderno nos recuerda que la historia del delito tiene raíces profundas, y que la tecnología, la investigación y la interdisciplinariedad permiten reinterpretar esos hechos que parecían olvidados.
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