Lejos de ser un solo pueblo, los celtas fueron un conjunto de tribus indoeuropeas que, entre los siglos VIII a. C. y IV d. C., se extendieron por gran parte de Europa: desde la Península Ibérica hasta las islas británicas y Anatolia.
Su cultura, idioma y espiritualidad dejaron una huella profunda, especialmente en regiones como Irlanda, Escocia y Gales, donde su legado aún perdura.

Sociedad celta: jerarquía y papel de la mujer
La sociedad celta estaba altamente jerarquizada. En la cúspide se situaban los reyes o jefes tribales, seguidos de guerreros, druidas, artesanos y campesinos.
La lealtad entre clanes se consolidaba mediante alianzas, matrimonios y acogida de hijos de otras tribus.
A diferencia de otras culturas antiguas, las mujeres celtas podían ocupar roles de poder. Algunas gobernaron o lideraron ejércitos, como Boudicca, reina de los icenos, o Cartimandua, aliada de Roma y regente de los brigantes.
La posesión de tierras y el linaje eran fundamentales en la organización social.

Religión y espiritualidad: el poder de los druidas
La religión celta era politeísta y profundamente conectada con la naturaleza. Ríos, árboles y montañas eran considerados sagrados.
Lugus (Lugh), dios del sol y la habilidad; Cernunnos, dios con cornamenta vinculado a la fertilidad; o Epona, protectora de los caballos, son algunas de sus deidades más destacadas.
Los druidas ocupaban un lugar central como sacerdotes, jueces, médicos y sabios. Su conocimiento se transmitía oralmente y su formación podía durar hasta 20 años.
Celebraban rituales en bosques y lugares sagrados, y en ocasiones practicaban sacrificios humanos, según fuentes romanas como César, aunque la veracidad de estos relatos sigue siendo debatida.

Lengua y arte: un legado duradero
Las lenguas celtas, estrechamente ligadas a la identidad tribal, eran habladas más que escritas, lo que ha dificultado su reconstrucción completa. Aun así, perviven en forma viva en el gaélico irlandés, el escocés y el galés moderno.
El arte celta se caracteriza por motivos geométricos, espirales y figuras zoomorfas.
Usaban metales como el oro y el bronce para fabricar torques, joyas rígidas que simbolizaban poder y estatus. Sus objetos combinaban utilidad y una profunda carga espiritual.

Una cultura guerrera: armas, carros y símbolos
La guerra era esencial para los celtas, tanto como práctica cotidiana como manifestación cultural.
Eran famosos por su estilo de combate impactante y ritualizado. Tocaban trompetas, portaban estandartes decorados y algunos luchaban desnudos y tatuados con tintes azules, generando terror y admiración entre sus enemigos.
Los carros de guerra eran comunes, especialmente en las islas británicas, y se usaban para confundir al enemigo antes del combate cuerpo a cuerpo.
Los guerreros portaban espadas de hierro, lanzas, escudos decorados y torques.

El legado celta en la actualidad
Aunque gran parte de su estructura tribal desapareció porque fueron asimiladas por el Imperio romano, la herencia celta sobrevive en rituales, idiomas y símbolos que siguen vigentes.
Su mitología ha influido en la literatura moderna, el arte y el neopaganismo.
Los celtas fueron guerreros, artistas, sabios y amantes de la naturaleza. Su historia, envuelta en misterio y simbolismo, continúa fascinando a generaciones, mostrando que el alma celta aún respira en la cultura europea.