Las recetas milagrosas para “intentar estar más sanos” o tratar enfermedades no son algo exclusivo de nuestro tiempo. Un equipo de investigadores de la University of St Andrews (Escocia), en colaboración con instituciones de Europa y Estados Unidos, ha identificado cientos de manuscritos con textos médicos que datan del primer milenio, es decir, de la Alta Edad Media.
Muchas de estas fuentes habían pasado desapercibidas porque estaban copiadas en márgenes de tratados de teología, gramática o ciencia natural, o incluso como fragmentos sueltos en páginas aparentemente en blanco.
A continuación, os presentamos algunas de estas curiosas recetas de la medicina Medieval.

Champú de lagartija
Uno de los hallazgos más llamativos es, probablemente, la receta para un supuesto “champú de lagartija”, elaborado con partes del reptil mezcladas con aceites y hierbas.
Según los textos, servía para fortalecer el cabello o eliminarlo por completo, dependiendo de la proporción de ingredientes.
Aunque suene insólito, este tipo de fórmulas refleja el interés por la cosmética y el cuidado personal, incluso en una época dominada por la religión y la superstición.
Pociones para equilibrar los humores
Los textos medievales muestran la enorme influencia de la teoría de los cuatro humores: sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra.
Se creía que la salud dependía del equilibrio entre ellos, y los médicos preparaban infusiones, ungüentos o dietas específicas para corregir los excesos.
Por ejemplo, se recomendaban caldos de gallina con especias para los melancólicos (dominados por la bilis negra) o vino mezclado con miel y hierbas calientes para los flemáticos.
Estas prácticas anticipaban, de algún modo, la medicina preventiva moderna.

Ungüentos y emplastos curativos
En los monasterios y boticas medievales se fabricaban ungüentos a base de miel, cera, resinas y plantas como el romero, la salvia o la manzanilla.
Servían para curar heridas, aliviar quemaduras o tratar el reumatismo.
También se usaban grasas animales para mejorar la textura o conservar los remedios.
Algunos textos citan la “pomada de sapo seco”, aplicada para reducir la hinchazón o neutralizar supuestas mordeduras venenosas, aunque su eficacia era más simbólica que real.
“Esferas de la muerte” y astrología médica
Los manuscritos también mencionan diagramas conocidos como “esferas de la muerte”, círculos que pretendían predecir el desarrollo de enfermedades según la posición de los astros, las fases de la luna o los signos zodiacales.
Se utilizaban para elegir el momento más propicio para realizar una sangría, aplicar ventosas o preparar un medicamento.
La astrología médica formaba parte del conocimiento aceptado por los médicos de la época.

El poder del oro, la orina y los amuletos
Algunos remedios rozaban lo mágico.
Se creía que beber agua en la que se había sumergido oro puro fortalecía el corazón y alejaba la tristeza.
Además, muchos llevaban amuletos o reliquias religiosas como protección contra la peste o los “malos aires”.
También era común analizar la orina del paciente para diagnosticar enfermedades: su color, olor o consistencia revelaban supuestamente el estado del cuerpo y del alma.
La frontera entre ciencia y creencia
A pesar de lo extravagantes que puedan parecer hoy, estos remedios fueron el resultado de la observación, la tradición oral y la mezcla de culturas grecorromanas, árabes y cristianas.
Los médicos medievales no sólo buscaban curar, sino comprender el cuerpo dentro del orden divino del mundo.
Gracias a estos manuscritos recuperados, los historiadores están reconstruyendo una parte olvidada del saber antiguo, donde la medicina y la magia se daban la mano para intentar mantener con vida a hombres y mujeres del período Medieval.

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